miércoles, 10 de marzo de 2010

MÉXICO IDEOLÓGICO

La libertad guíando al pueblo

MÉXICO IDEOLÓGICO


Laura Fernández-Montesinos Salamanca

La reciente unión PRD-PAN con vistas a las próximas elecciones de julio, ha dejado boquiabierto a más de unos y profundamente decepcionados a otros. ¿Qué sucede en un país sin esperanza, con una clase política interesada en sí misma, cuando como servidores públicos tienen la obligación de preocuparse por el pueblo al que representan? Sencillamente porque los políticos se han convertido en una “casta” que hace de la política una forma de vida fácil, cómoda y sencilla de ganar mucho dinero sin esfuerzo. A ella están dedicados quienes no saben hacer nada más que poner su cara ante las cámaras, a veces sin siquiera una mínima formación, ni están mínimamente interesados en saber cómo es la localidad a la que dicen servir. Así se conocen casos en Veracruz de candidatos a alcaldía que no saben leer. O diputados que desconocen que el municipio al que representan está dentro de un Parque Nacional, o servidores pederastas o narcotraficantes que gustan de mandarse recaditos en una guerra sucia propia de capos. Lo más grave es que se ha convertido en feudo hereditario de unos cuantos. Actitudes tan vergonzosas como la de declarar, aprovechando la ignorancia, que las bursatilizaciones de las participaciones ciudadanas son buenas para un Estado, sin advertir que ya están comprometidas en deuda, es decir, “las apostaron”.

¿Pero qué significa la unión de partidos de ideología totalmente contraria como está sucediendo entre un partido netamente conservador como el PAN con partidos que se dicen de izquierdas? Sucede que se demuestra tácitamente que en México no hay ninguna ideología política, pero sí mucho interés en meterle mano a los presupuestos.

Si preguntamos a alumnos universitarios sobre política, responder conocer perfectamente a los partidos y sus líderes, pero desconocen totalmente la ideología de los mismos. En alguna ocasión se ha escuchado de boca de un estudiante, que: “las izquierdas son los malos y las derechas los buenos”. El profesor quedó boquiabierto. Esto es producto y consecuencia de la despreocupación de la población hacia la política. Y no es extraño. En el México político no existe ideología. Con razón la población los reprueba fehacientemente: “todos son lo mismo”, se escucha reiteradamente.

¿Qué significado tiene entonces ser de derechas o de izquierdas?

Los griegos, antes del siglo V a.C., habían ideado el sistema democrático. Pero sólo fue aplicado hasta que el Imperio romano se impuso como sistema hereditario. La Edad Media empeoró las cosas, hasta que en la Ilustración se abrió una brecha política y social, que ensanchó la revolución industrial para el desarrollo de ideologías económico-político-sociales y el surgimiento de pensadores como Karl Marx (El Capital), o Adam Smith y su ideología liberalista recogida en el ensayo sobre “la naturaleza y la riqueza de las naciones” basado en la “mano invisible” del mercado o libre mercado, aplicado sin trabas hasta la consecuente crisis económica por el país más neoliberal: Estados Unidos. Su influencia, dependencia y explotación a la que este país imperialista somete, induce a pensar a quienes no analizan, que el socialismo es “malo”.

Sin embargo, si el pueblo conociera lo que significa ser de izquierdas en un país con más de cincuenta millones de personas bajo el umbral de la pobreza, jamás pensarían siquiera en votar por un partido de derechas.

En Estados Unidos, el capitalista por excelencia, quienes hacían gala de ideologías marxistas comunistas fueron perseguidos. Hoy día siguen imponiendo su voluntad, embargando a países como Cuba, tras haber destrozado un paupérrimo país agrícola como Vietnam, que ningún mal les había hecho, y que además estaba a miles de kilómetros. Y sin embargo, empiezan a sufrir el efecto de su propio sistema, hasta el punto de que Obama ya está planteando la reforma sanitaria, por la cual la sanidad será subsidiada por el Estado. A lo que radicales gritan: ¡Eso es socialismo!

La ideología capitalista, conservadora, privilegia la propiedad privada sobre la pública, de manera que los servicios básicos son costosos, aunque (en teoría) de primera calidad. De ésta manera el Estado no invierte los impuestos en sanidad, transporte, educación, etc. Los ciudadanos cubren todos los gastos, que suelen ser muy elevados. Familias que han tenido que cubrir los gastos de un enfermo grave se han arruinado. Y enviar a los hijos a la universidad, supone invertir los ahorros de toda una vida.

Los socialistas, en cambio, consideran que para evitar la brecha social y la estratificación en clases, el Estado debe proveer los servicios básicos. Así, en los países tradicionalmente socialistas como los escandinavos, se pagan impuestos elevadísimos por una educación totalmente gratuita. Médico, dentista, servicios públicos están subsidiados por el gobierno, que garantiza empleo y vivienda. Las pensiones son tan altas que muchos jubilados escandinavos cambian su lugar de residencia por países soleados como el sur de España, Italia o Grecia, donde sus pensiones rinden el doble.

Se considera que los países socialistas proveen servicios masificados y de mala calidad, y en ocasiones es así. Sin embargo los escandinavos son líderes mundiales en calidad educativa. Y llevan décadas manteniendo un régimen que los ha convertido en los países del mundo con mejor calidad de vida, y los más cultos.

Francia, España, Italia, Grecia, entre otros muchos han sido tanto conservadores como liberales, o tan capitalistas como socialistas. A una etapa socialista o capitalista sigue una contraria, según el desgaste del partido en el poder. En un sistema mixto como éste, los servicios básicos están garantizados por el Estado. En etapas capitalistas el número de empresas privadas aumenta, se venden por ejemplo compañías aéreas o ferroviarias. En etapas socialistas crece el número de empresas subsidiadas por el Estado. Y es muy difícil que un partido de izquierdas pacte con uno de derechas, o viceversa, pues las ideologías se respetan, los servidores públicos están convencidos de su postura, y a no ser que haya un cambio drástico en la mentalidad de un político, jamás se cambiaría de partido. Antes se aplican renuncias, expulsiones, abandonos.

¿No existe en México un sistema similar?. En apariencia sí. Sin embargo, el partido líder de izquierdas, el PRD, está siendo socavado desde el interior, desde el fraude electoral del netamente capitalista-conservador PAN, al no poder ganar por la vía legal. Arrancó una guerra sucia contra su contrincante de izquierdas, López Obrador, e intervino finalmente en las elecciones internas del PRD para acabar de una vez con un grupo que representaba la única opción social para un país con millones de paupérrimos. Éste abuso se denomina dictadura, una dictadura de derechas, militar, como en los “viejos tiempos” del Chile de Pinochet o la Argentina de Videla. Son los únicos que aplican su ideología conservadora. Veamos el caso del PRI.

Un partido de Izquierdas preocupado por su gente, es como se definía el PRI. En sus estatutos, su ideología es de izquierdas, pero aplicaron una política económica totalmente conservadora, neoliberal y capitalista. Es decir, desconocieron su propia ideología, traicionaron sus estatutos. Cuando Carlos Salinas se jactó en Televisa de tener a uno de los hombres más millonario del planeta, tras vender Telmex a Carlos Slim, que supuso tarifas más altas y la misma pésima calidad en el servicio, traicionó su inteligencia, nos avergonzó a los ciudadanos y ofendió a los treinta millones de mexicanos en extrema pobreza. El que quisiera hacerlo el conservador PAN de Fox con PEMEX, o el que lo haga el dictatorial Calderón con Luz y Fuerza del Centro, y otras tantas, entra dentro de sus estatutos, pero un partido de izquierda que se supone debe garantizar los servicios mínimos a sus ciudadanos, es un completo fraude ideológico, una canallada electoral y una falacia política. Y para completarlo, aplicar una política capitalista en un país con millones de pobres que no tienen ninguna oportunidad (salvo meterse en política, pero para eso necesitarían un padrino rico, y estos puestos están muy disputados, no hay más que ver cómo saltan los pececitos del estanque del PRI al del PRD, y del PRI al PAN o viceversa, según se van secando) es una vileza.

¿Deberían entonces refundarse los partidos? Lo que se necesita en realidad son verdaderos líderes que antepongan el interés ciudadano antes del suyo propio, solidarios, con propuestas sólidas y aplicables, sin deudas con padrinos poderosos que los engatusan para eximirse del pago de impuestos, de aplicar condiciones laborales justas y equitativas, horarios excesivos y salarios paupérrimos, sin vacaciones ni días de descanso. El Mexicano se ha acostumbrado vivir en la opresión y en la corrupción, hasta el punto que desconoce otra forma de vida, que por otro lado es con la que crece en la basura televisiva alienante. De no ser así no se explica cómo no existe una revolución social que derroque a la nobleza política que se aplica salarios estratosféricos, bonos y dietas y demás prebendas procedentes del erario público en lugar de en obras sociales.

¿Creer en un partido de izquierdas en México? Con el mayor capitalista de la humanidad dirigiendo las vidas de los mexicanos que les servimos, es como cantarle a la Luna: inútil. Nunca permitirán en México que un líder con verdadera vocación se levante. Que tan cerca de ellos se presente un fenómeno social como el que está sucediendo en América Latina, con presidentes de izquierdas que están sacando adelante a sus países, y disminuyendo la desigualdad social, como Brasil con Lula, o Bolivia con Evo Morales. Que trastoquen sus intereses económicos preocupándose por el medio ambiente aplicando energías alternas, o mejorando la calidad de vida y las paupérrimas condiciones laborales con que vivían, en detrimento del precio del producto con el que se hacen millonarios los intermediarios del primer mundo. Esa es la verdadera izquierda, no lo que nos quieren vender en México las televisiones privadas, conservadoras y capitalistas. No existe izquierda en México a pesar de sus millones de pobres, porque se desconoce su funcionamiento, y porque supone preocuparse por los demás, trabajar, renunciar al enriquecimiento a costa del ciudadano, a robar impunemente de los impuestos para hacerles puentes a las colonias más favorecidas y centros comerciales de alcaldes de pequeñas ciudades…

Es un verdadero desastre que un país con tantas necesidades sociales no tenga un socialista que procure al electorado más desfavorecido. Porque el socialismo no debe ser egoísta, egocéntrico y ambicioso, el socialismo implica entrega y generosidad con el prójimo, y al que cumpla con estas características, en México se le elimina.

Diego Rivera: Sueño de una noche en la alameda

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